El azar quiso que, sin tenerlo programado, desviáramos nuestra ruta en caravana hasta Castelnou. Para ser sinceros no sabíamos bien cómo sería ese pequeño pueblecito de la Occitania francesa en el que íbamos a pasar la noche. La sorpresa fue mayúscula. No sé si nos maravilló más el increíble enclave en medio de la montaña en el que está ubicado o sus bucólicas calles de piedra que podrían ser el escenario de un cuento de hadas. Tuvimos la suerte de llegar cuando se estaba poniendo el sol y de recorrer sus calles completamente vacías. Al día siguiente sólo tuvimos que madrugar un poco para repetir la experiencia. Vimos cómo amanecía el pueblo, cómo sus pequeños y coquetos comercios abrían sus puertas y cómo empezaban a llegar tímidamente los primeros turistas. A la salida del pueblo hay un mirador desde el que se puede disfrutar de una panorámica de la localidad que te hará comprender por qué Castelnou con sus escasos 365 habitantes tiene el sello de les plus beaux villes de France. Y por qué estamos deseando volver.
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